martes, 21 de junio de 2011
En Fin...
Se sentó en una destartalada silla frente a Neg (el gato). Blanco a manchas negras los dias pares, el resto negro con manchas blancas.
Repasó todo aquel jaleo de calles diminutas en su cabeza. Se oía algo parecido a musica, un ruido intenso con olor a gasolina. Un mugido de siglos entre timpano propio y ajeno. Un beso arrancado a mordisquitos. Unos ojos verdes como los de Neg, una cara, como la de los sueños, los olvidados.
Primero lo confundió con el rey prerepublicano, luego le fue cambiando los numeritos como si fuese un reloj o una quiniela: "trece, no, no, catorce... ¿dieciseis...? ah no, demonios, que ese era Luis" Las calles iban pasando lentas en un eter de sombras agrias y alcohol etilico. Tenia ganas de mear, de un rock and roll, de echar un polvo (esto es plagio, pensó en un momento dado). El paladar le sabia a cobre, ¿sería la muerte? ¿la propia? ¿la del caribeño? En fin... era la muerte... en fin... era TAN TAN TAN puñeteramente muerte que parecía mentira... en fin...
En segundo lugar, estaba borracho, ido, casi no veia nada, en esos momentos no seria capaz de distinguir La Meninas de las señoritas de Avignon. Eran las cuatro y media en todos los relojes. Jerez se rompía de pollos de plastico y, la laguna, seca como siempre, fría, romántica... Fue dificil buscar en su aturdida cabeza la definicion de biologia, asimilar los 25 años (tacos) que decia tener aquel chico, era un "enfín" magnífico, imposible, degradado en memoria, besos y miradas; era un "tan" con mayuscula y letra de congelador, un "tan" tan tan tan taaaaaan... que en fin...
le gustaba arrinconarlo, instintivo suponía, pero no era una presa, era un cielo, una nube, un mar, un todo, una nada de viernes diecisiete de junio y lagunero; una sombra del portal primero de la madrugada, un alma peregrina y vacia, eran las cinco en todos los relojes. Las viudas asomaban la cabeza de entre las nalgas de los lecheros. Los butaneros sonreían viciosos a los pies del mundo sibernetico de las cucarachas amarillas, luces de gris caballo (la luna travestida) trotaban mientras yo, devoraba con avidez... renacía.
Todo una vez más cobró sentido en una parada. Su vida era una eterna parada que esperaba autobuses (guaguas, omnibuses, como guste...)que contaba los minutos restantes para su llegada, pero ninguno era el suyo, no podía subir, iban muy lejos, iban a la nada, aquellos destinos no eran los suyos... Él se fue en un autobús más.
Y ahi, delante de Neg, cruzados los brazos sobre una tripa de abdominales flácidos, sufrió un poquito. Era agradable entregarse al sufrimiento, recordaba el amor, la espera... una esper inutil y un amor inexistente por otra parte, pero agradable, sin duda. Pensaba si algún dia sabría sus deseos, si el jueves querría verlo, si todo iria como siempre, o si la biología de aquel nuevo ciclo, de aquella tierra nueva, seria una ciencia distinta... una dimencion nueva... tal vez
Y sentirse absurdo era en entonces lo más normal del mundo, suspirar cansado de uno mismo, sentirse muy abajo y muy solo, muy allá en la frontera de viernes-sábado.
Neg maulló como un eco que interrumpe una lectura. Sus grandes ojos verdes miraban fijos, como si estuviesen al tanto de lo que pensaba su dueño. Dueño de un gato de ojos verdes. Piras de realidad en el trono del deseo. El jueves... mañana, "en fin",
aún no podía recordar a quien se parecía hablando, pero era agradable, casi tanto como sus abrazos en la parada.
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