viernes, 29 de junio de 2012
El siguiente...
Yo me quedo con los lunares desangrados,
con un Oviedo manchado de personas grises,
con las lucanares pendientes en mi casa,
con las mañanas de word en las rodillas
llenándose de tus letras,
con la Torre del Gallo como logotipo
de promisquidad (inexistente) salmantina.
Yo me quedo con el tacto olvidado de tus manos,
con la flacidez que prometen todos los fracasos,
con la artificial incertidumbre de los tuenti,
con el apuro de bajarme a tiempo de semejante vieaje.
Yo me quedo con mil inexistentes probabilidades de reencuentros,
con negros frigoríficos apagados como cofres de perdidos sueños,
me quedo con el placer de no hablarte, de la hierva en Anaya,
y el pasar, sin más, de una más de tus historias.
Yo me quedo con la improbabilidad de erecciones en futuro,
con el contacto frio de pie y mármol en mi cara,
con este placer presente de escribirte con miedo,
de recordarte vestido de cintura para abajo,
con la satisfacción de no poder cambiarte;
y dejemos los besos como lo que eran....
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