I
A veces bajo al pie de la escalinata,
miro el crucero,
me invade la tarde desde todos los rincones,
miro la luz que se pasea entre el humo de los jardines
a las 7 en Anaya.
Busco tu cuerpo abandonado en alguna esquina
y pienso que jamás habrá nosotros
II
Sueño que te curva la espalda,
piedra que disuelve tu abandono,
mundos instantáneos de tu voluntaria muerte fugaz,
tu suelo roto que hace libre cada uno de tus pasos,
y esa locura ocasional que me desangra.
Abandono casual en mi tristeza.
La desagradable y real sonrisa.
Las venas de David imposibles de tus manos.
La rabia y la pobreza de tus dientes.
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