Faltan diez minutos
para que sea mañana,
faltan dos colillas en el cenicero,
falta el olor a pecho
que se eleva suavemente
a tu lado.
Faltan las seis piernas,
tres y tres a cada lado;
falta el raro gusto del borracho beso,
falta el despertador de madrugada
que se olvido de sonar y falta
el marco de aquel cuadro
que se rompió en la escalera.
Faltan los pros y contras
de ayer a noche,
falta el humo del sexo en alcohol,
falta la sombra
que cada vez es menos sombra,
falta lo que nunca ha faltado
y hoy faltó.
Falta la falda volando en las fotos
blancas y negras de Merylin Monroe,
falta el porche
que un viejo aparca frente a mi casa,
falta porque el viejo
hace dos minutos que murió.
Faltan los compaces
2x4 de aquel pasodoble,
falta el sonido de tu acordeón;
faltas de todos, faltas de nadie...
faldas, escotes, medias...
que este niño alguna vez miró.
Y ahora falta que diga
lo que nunca me falta:
tu viejo aliento helado
sobre mi corazón.
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